lunes, noviembre 16, 2009

Amor de ciudad grande.

Versos Libres
De gorja son y rapidez los tiempos.
Corre cual luz la voz; en alta aguja,
Cual nave despeñada en sirte horrenda,
Húndese el rayo, y en ligera barca
El hombre, como alado, el aire hiende.
iAsí el amor, sin pompa ni misterio
Muere, apenas nacido, de saciado!
iJaula es la villa de palomas muertas
Y ávidos cazadores! Si los pechos
Se rompen de los hombres, y las carnes
Botas por tierra ruedan, ¡no han de verse
Dentro más que frutillas estrujadas!

Se ama de pie, en las calles, entre el polvo
De los salones y las plazas; muere
La flor el día en que nace. Aquella virgen
Trémula que antes a la muerte daba
La mano pura que a ignorado mozo;
El goce de temer; aquel salirse
Del pecho el corazón; el inefable
Placer de merecer; el grato susto
De caminar de prisa en derechura
Del hogar de la amada, y a sus puertas
Como un niño feliz romper en llanto;
Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
Irse tiñendo de color las rosas,
iEa, que son patrañas! Pues ¿quién tiene
Tiempo de ser hidalgo? iBien que sienta,
Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
Dama gentil en casa de magnate!
IO si se tiene sed, se alarga el brazo
Y a la copa que pasa se la apura!
Luego, la copa turbia al polvo rueda,
iY el hábil catador -manchado el pecho
De una sangre invisible- sigue alegre
Coronado de mirtos, su camino!
INo son los cuerpos ya sino desechos,
Y fosas, y jirones! iY las almas
No son como en el árbol fruta rica
En cuya blanda piel la almíbar dulce
En su sazón de madurez rebosa,
Sino fruta de plaza que a brutales
Golpes el rudo labrador madura!

iLa edad es ésta de los labios secos!
IDe las noches sin sueño! IDe la vida
Estrujada en agraz! iQué es lo que falta
Que la ventura falta? Como liebre
Azorada, el espíritu se esconde,
Trémulo huyendo al cazador que ríe,
Cual en soto selvoso, en nuestro pecho;
Y el deseo, de brazo de la fiebre,
Cual rico cazador recorre el soto.

Me espanta la ciudad! iToda está llena
De copas por vaciar, o huecas copas!
iTengo miedo ¡ay de mí! de que este vino
Tósigo sea. y en mis venas luego
Cual duende vengador los dientes clave!
iTengo sed; mas de un vino que en la tierra
No se sabe beber! iNo he padecido
Bastante aún, para romper el muro
Que me aparta ioh dolor! de mi viñedo!
iTomad vosotros, catadores ruines
De vinillos humanos, esos vasos
Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
Sin compasión y sin temor se bebe!
iTomad! iYo soy honrado, y tengo miedo!


Nueva York, abril de 1882
Obras Completas, Vol. 16, pp. 170-172

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